Según la OMS ,
en el año 2020 la depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo.
En la actualidad, la ansiedad y la depresión son los trastornos psíquicos más
extendidos entre la población, principalmente en los países desarrollados. Se
pueden presentar como patología única, pero también ligadas a múltiples
enfermedades, como el cáncer, las adicciones, la fibromialgia, etc. Los agentes
psicosociales también ejercen como factores predisponentes, de manera que el
estrés de la vida actual, la competitividad, la crisis económica, el desempleo,
el aislamiento social, etc, contribuyen enormemente al aumento de personas que requieren
de atención médica y psicológica para estas patologías.
Los trastornos afectivos causan sufrimiento, incapacitación, afectan al
ámbito cognitivo, conductual, emocional y relacional de la persona, a la
percepción de sí mismo, del mundo y del futuro.
Como psicóloga, quiero destacar la
necesidad de otorgar al paciente un papel activo, concienciarlo para que se
implique y se responsabilice de su proceso de recuperación, que no se limite a
tomar la medicación y esperar que llegue ese momento mágico en que se despierte
un día sintiéndose feliz, como cuando pasamos una fuerte gripe y por fin, una
mañana, la fiebre y el dolor de cabeza han desaparecido. La depresión no es sólo
una disfunción orgánica, existe también un comportamiento que es considerado
desadaptativo, disfuncional o anómalo por él mismo y/o por los demás. Con la
psicoterapia se persigue esa implicación y la consecución de un cambio a nivel
conductual, cognitivo y emocional a través del diálogo, la reflexión y el
aprendizaje de técnicas y estrategias. La persona deprimida acude a consulta
con esquemas mentales negativos, baja autoestima, sensación de falta de control
sobre las circunstancias de su vida y tendencia a la preocupación excesiva. El
objetivo fundamental de la psicoterapia es ayudar al paciente a profundizar en
el conocimiento de sí mismo y a cambiar los estilos de pensamiento y
comportamiento que favorecen y contribuyen al mantenimiento de la depresión.
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