miércoles, 26 de marzo de 2014

Funciones ejecutivas


 Por funciones ejecutivas  entendemos el conjunto de capacidades que hacen que un pensamiento (una idea)  se convierta en una acción eficaz. Cuando queremos llevar a cabo una actuación dirigida al logro de un objetivo, necesitamos poner en marcha diversas estrategias, que forman esto que llamamos funciones ejecutivas. Dichas acciones son:

Planificar y organizar la conducta y conocer las secuencias necesarias   para lograr el objetivo.

Realizar la selección de objetivos adecuados

Decidir qué acciones se van a llevar a cabo y cuáles no.

Valorar las consecuencias que esas acciones pueden traer consigo.

Autorregular nuestras emociones.

Corregir posibles errores.

Prever cambio de acciones o de metas si surgen imprevistos.

Valorar el cumplimiento de metas.




Pues bien, todas estas capacidades de planificación, organización, toma y cambio de decisiones, creación de alternativas, solución de problemas, valoración de los logros, etc, se realiza gracias a esa especie de “director de orquesta situado en los lóbulos frontales de nuestro cerebro que dirige nuestro intelecto y nos permite realizar acciones destinadas a conseguir  metas.

Vamos a poner un ejemplo práctico para comprender mejor estas funciones: para toda tarea que realizamos se necesita antes una preparación o acciones previas, hasta para preparar un simple cocido necesitamos primero realizar una serie de pasos, como conocer los ingredientes, ir comprarlos al sitio adecuado, saber las cantidades o proporciones, poner los garbanzos en remojo la noche anterior…Luego, cuando nos ponemos a cocinar el cocido pueden surgir inconvenientes, como que se nos acabe el gas de la bombona o  que hayamos olvidado ponerlos en remojo. En estos casos tenemos que pensar en las alternativas que tenemos y elegir la que consideremos mejor. Tenemos así mismo que regular nuestras emociones y contenerlas.  Por último, cuando nos comemos el cocido, valoramos si nos ha salido bueno y si no ha sido así, tratamos de averiguar qué ha fallado para corregir el error en la próxima ocasión.


Sin reparar en ello la mayoría de las veces,  nos pasamos la vida planificando, secuenciando acciones, valorando consecuencias o alternativas, resolviendo problemas y tomando decisiones a cada momento gracias al funcionamiento de nuestros lóbulos frontales. 

miércoles, 12 de marzo de 2014

Implicación del paciente depresivo en su proceso de recuperación

Según la OMS, en el año 2020 la depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo. En la actualidad, la ansiedad y la depresión son los trastornos psíquicos más extendidos entre la población, principalmente en los países desarrollados. Se pueden presentar como patología única, pero también ligadas a múltiples enfermedades, como el cáncer, las adicciones, la fibromialgia, etc. Los agentes psicosociales también ejercen como factores predisponentes, de manera que el estrés de la vida actual, la competitividad, la crisis económica, el desempleo, el aislamiento social, etc, contribuyen enormemente al aumento de personas que requieren de atención médica y psicológica para estas patologías.

Los trastornos afectivos causan sufrimiento, incapacitación, afectan al ámbito cognitivo, conductual, emocional y relacional de la persona, a la percepción de sí mismo, del mundo y del futuro.

         Como psicóloga, quiero destacar la necesidad de otorgar al paciente un papel activo, concienciarlo para que se implique y se responsabilice de su proceso de recuperación, que no se limite a tomar la medicación y esperar que llegue ese momento mágico en que se despierte un día sintiéndose feliz, como cuando pasamos una fuerte gripe y por fin, una mañana, la fiebre y el dolor de cabeza han desaparecido. La depresión no es sólo una disfunción orgánica, existe también un comportamiento que es considerado desadaptativo, disfuncional o anómalo por él mismo y/o por los demás. Con la psicoterapia se persigue esa implicación y la consecución de un cambio a nivel conductual, cognitivo y emocional a través del diálogo, la reflexión y el aprendizaje de técnicas y estrategias. La persona deprimida acude a consulta con esquemas mentales negativos, baja autoestima, sensación de falta de control sobre las circunstancias de su vida y tendencia a la preocupación excesiva. El objetivo fundamental de la psicoterapia es ayudar al paciente a profundizar en el conocimiento de sí mismo y a cambiar los estilos de pensamiento y comportamiento que favorecen y contribuyen al mantenimiento de la depresión.