martes, 28 de enero de 2014

El aprendizaje social y emocional

     Este video del programa Redes habla sobre el aprendizaje social y emocional en las escuelas. Según Eduardo Punset, tres grandes errores caracterizan la educación que se imparte en nuestras escuelas:

     1º.-  No tener en cuenta la complejidad del cerebro humano y su gran plasticidad
     2º.- No reconocer que los maestros han de lidiar con la diversidad cultural pero también con las emociones de sus alumnos 
     3º.- La jerarquía de las asignaturas que se imparten, que llevamos arrastrando desde siglos, colocando detrás de asignaturas como matemáticas, lengua o química a las asignaturas creativas y artísticas.
    
      Para combatir estos errores, según el comunicador,  es fundamental introducir en las aulas el aprendizaje de las habilidades sociales y emocionales, porque "un niño que gestiona su emociones, es un niño que funciona mejor"

     El profesor de psicología René Diekstra, en la entrevista que le realiza Elsa Punset, comenta que en su Programa de Aprendizaje Social y Emocional, que lleva impartiendo 15 años, adaptan los contenidos a los diversos niveles evolutivos y enseñan a los alumnos a:

     - Percibir y gestionar sus propias emociones
     - Como construir y mantener relaciones
     - Tomar decisiones responsables y éticas
     - Aprender a ponerse en el lugar del otro



     Los beneficios de estos programas de aprendizaje de habilidades sociales y emocionales se han demostrado al constatar que conllevan la disminución de conductas delictivas, menos alteraciones en las clases, y mayor rendimiento académico.





viernes, 24 de enero de 2014

Mantén tu mente activa

       Sabemos que el déficit cognitivo (pérdida de memoria, descuidos,  falta de atención o concentración, etc) se produce por dos causas: una es el deterioro orgánico, como la muerte neuronal y la otra causa es el desuso o la ausencia continuada de ejercicio de una función determinada. Igual que si permanecemos largo tiempo en cama nuestros músculos y tendones se debilitan y pierden su capacidad funcional, la mente, si no se ejercita, poco a poco también va perdiendo facultades.



     Es de suma importancia mantener la actividad mental, y hay muchas maneras divertidas de hacerlo. Cualquier juego de mesa, como los puzzles, el dominó, las damas, el ajedrez, las cartas, el memory…, nos sirven para ejercitar la mente. Memorizar la lista de la compra, tachar en una hoja de periódico todas las letras T, M, A,…que se encuentren. También las revistas de pasatiempos son muy adecuadas: sopas de letras,  juego de las diferencias,  laberintos,  crucigramas,  sudokus, etc, nos ayudan a ejercitar la atención, la orientación, la concentración, el cálculo, el razonamiento y la memoria. Además de esto, mientras estamos en casa o caminando por la calle, podemos activar la mente de muchas maneras, como por ejemplo:

  •   Contando hacia atrás, 100, 99, 98,....
  •   Contando de 2 en 2 o de 3 en 3
  •   Recordando todas las palabras que empiecen por A, B,...
  •   Deletreando  nombres al revés
  •  Sumando mentalmente los números de las matrículas de los coches que      vemos por la calle
  •  Nombrando los meses de año, los días de la semana, empezando por el  último.
  •  Recordando todos los nombres de hombre, de mujer, de frutas, de flores, de  muebles, etc que se recuerden. 
  •  Jugando mentalmente a encadenar palabras. Por ejemplo: tambor, bordar,  dardo, dolor, loro…..
  •  Pensando y recordando  qué comí ayer, qué ropa llevaba puesta, donde estuve. Y antesdeayer?




    Para economizar, nuestro cerebro automatiza las conductas repetidas, de manera que las acciones cotidianas las realizamos sin tener que utilizar nuestras capacidades de atención, concentración,etc., de ahí que algunas veces no recordemos si las hemos efectuado o no. En estas ocasiones el cerebro no tiene que esforzarse. Para crear nuevas conexiones neuronales es importante hacer las cosas de diferente manera a como las hacemos normalmente. Por ejemplo:

  • Cambiar de ruta cuando vamos al trabajo, supermercado, gimnasio, etc. Es decir, ir por caminos diferentes a los habituales.
  • De vez en cuando comer, ducharse, escribir, cepillarse los dientes, etc con la mano contraria a la habitual.
  • En ocasiones hacer algo con los ojos cerrados, como abrocharse la ropa, pelar un plátano, comer, etc.
  • Cambiar de lugar objetos cotidianos, como el cubo de la basura o colocar el reloj de pulsera en la otra muñeca
  •  Aprender una nueva palabra al día utilizando como ayuda un diccionario.
  • Aprender frases en otro idioma y pronunciarlas.



    Mantener una mente activa es posible si se la ejercita diariamente. Es cuestión de dedicarle un poco de tiempo y crear el hábito con la constancia.



lunes, 13 de enero de 2014

La depresión en la tercera edad

      La tercera edad es uno de los grupos más expuestos a la depresión, se estima que los mayores de 60 años tienen cuatro veces más posibilidades de sufrirla que el resto de la población.  Es, junto con las demencias, la patología de mayor prevalencia en los ancianos y supone un importante reto y motivo de preocupación en la sociedad actual. Sus principales síntomas son un sentimiento fuerte de tristeza, vacío o insensibilidad, pérdida de ilusión o interés por actividades que antes motivaban, pesimismo, desesperanza, disminución o aumento del sueño y del apetito, inactividad, incapacidad para disfrutar de las cosas y sensación de pérdida de energía y cansancio.



     Estos síntomas llevan al paciente a sufrir falta de confianza en sí mismo, pérdida de sentido a la vida, sentimiento de indefensión e inutilidad, baja autoestima, indecisión e inseguridad ante las tareas, irritabilidad, mal humor,  aislamiento social e ideaciones de muerte o suicidio.

        La depresión es uno de los principales problemas de salud a los que tienen que hacer frente las personas mayores. Con frecuencia, la depresión no es reconocida, diagnosticada ni tratada adecuadamente, debido a que en muchas ocasiones los síntomas depresivos son interpretados como algo normal asociado al envejecimiento, tanto por los propios afectados como por el resto de la sociedad, cuando éste se percibe como una etapa pasiva de pérdida, inactividad y deterioro. 

     Tanto el deterioro cognitivo como los trastornos del estado de ánimo, tan prevalentes en nuestros mayores, merman significativamente su autopercepción de eficacia, su autonomía y en definitiva, su calidad de vida, siendo relevante una detección precoz para poder accionar con los tratamientos de los que hoy se dispone.


El deterioro cognitivo en la tercera edad


Respecto al proceso de envejecimiento, existe la errónea creencia de que el deterioro cognitivo es “normal” en las personas mayores y que carece de tratamiento útil. Este prejuicio hace que muchos pacientes no sean diagnosticados hasta fases muy avanzadas, cuando las posibilidades terapéuticas son menores. Si bien es cierto que ciertas capacidades como la velocidad de procesamiento mental o la memoria para los nombres pueden declinar con la edad, en las personas con un envejecimiento normal esta disminución es muy discreta, muestra escasos cambios con el paso del tiempo y además estos cambios no llegan a suponer ningún deterioro funcional ni pérdida en su calidad de vida. 




       Sin embargo, no existe una frontera clara y bien delimitada entre un envejecimiento normal y el inicio de un proceso patológico que pueda derivar en una demencia, y este hecho da lugar a que en numerosas ocasiones no se diagnostica hasta que la pérdida de capacidades y funciones es muy saliente y discapacitante. Recientes estudios indican que más de dos tercios de las demencias no están diagnosticadas y sólo un 25% de los pacientes con enfermedad de Alzheimer reciben el tratamiento farmacológico y conductual indicado.
    
    Existen varios criterios para el diagnóstico de Deterioro Cognitivo Leve, pero los más aceptados y utilizados son los de Petersen et ál.:
  • Pérdida de memoria, referida por el paciente o por un informador fiable.
  • Facultad de memoria inferior en 1.5 SD (desviaciones estándar) o más por debajo de la media para su edad.
  • Cognición general normal.
  • Normalidad en las actividades de la vida diaria.
  • Ausencia de criterios diagnósticos de demencia.
La identificación del deterioro cognitivo, derive o no en una demencia, si se realiza de forma temprana, es de gran utilidad, ya que algunos casos son potencialmente reversibles, para otros muchos hay tratamientos farmacológicos e intervenciones no farmacológicas que reducen su progresión, y siempre es posible mejorar la calidad de vida del afectado, así como ayudar y asesorar a sus cuidadores.