lunes, 13 de enero de 2014

La depresión en la tercera edad

      La tercera edad es uno de los grupos más expuestos a la depresión, se estima que los mayores de 60 años tienen cuatro veces más posibilidades de sufrirla que el resto de la población.  Es, junto con las demencias, la patología de mayor prevalencia en los ancianos y supone un importante reto y motivo de preocupación en la sociedad actual. Sus principales síntomas son un sentimiento fuerte de tristeza, vacío o insensibilidad, pérdida de ilusión o interés por actividades que antes motivaban, pesimismo, desesperanza, disminución o aumento del sueño y del apetito, inactividad, incapacidad para disfrutar de las cosas y sensación de pérdida de energía y cansancio.



     Estos síntomas llevan al paciente a sufrir falta de confianza en sí mismo, pérdida de sentido a la vida, sentimiento de indefensión e inutilidad, baja autoestima, indecisión e inseguridad ante las tareas, irritabilidad, mal humor,  aislamiento social e ideaciones de muerte o suicidio.

        La depresión es uno de los principales problemas de salud a los que tienen que hacer frente las personas mayores. Con frecuencia, la depresión no es reconocida, diagnosticada ni tratada adecuadamente, debido a que en muchas ocasiones los síntomas depresivos son interpretados como algo normal asociado al envejecimiento, tanto por los propios afectados como por el resto de la sociedad, cuando éste se percibe como una etapa pasiva de pérdida, inactividad y deterioro. 

     Tanto el deterioro cognitivo como los trastornos del estado de ánimo, tan prevalentes en nuestros mayores, merman significativamente su autopercepción de eficacia, su autonomía y en definitiva, su calidad de vida, siendo relevante una detección precoz para poder accionar con los tratamientos de los que hoy se dispone.


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